
Blanca Olmedo, optometrista y ponente del IX Congreso SIODERV, aborda en esta entrevista la importancia de personalizar cada intervención optométrica en función del ritmo y las necesidades del paciente, especialmente en población con necesidades espaciales. Desde una comunicación empática hasta la adaptación precisa del nivel de demanda, su enfoque busca no solo mejorar el rendimiento visual, sino también facilitar una experiencia terapéutica más breve eficaz y humana.
¿Por qué es importante en la terapia visual conocer los desafíos únicos que presentan los pacientes con necesidades especiales?
Cuando hacemos una intervención de terapia visual, siempre debemos tener presente que no trabajamos sólo con los ojos. Estamos trabajando con un cerebro que necesita que le demos una guía para sacar su máximo potencial. Esto ocurre con todos nuestros pacientes. Con aquellos que presentan necesidades especiales, es nuestro deber conocer en profundidad esas necesidades para así poder adaptarnos a ellas a lo largo de la terapia.
Va a ser muy diferente el abordaje comunicativo, la gestión del tiempo y la dificultad de los primeros procedimientos cuando trabajamos con pacientes que tienen un procesamiento más lento de la información o con aquellos que tienen un procesamientos más rápido.
Si no sabemos adaptarnos a los ritmos de un paciente de población especial, es como si quisiéramos podar un árbol con un cuchillo. Quizá lo consigamos pero va a ser un trabajo mucho más duro para nosotras y más largo para el árbol.
"Si no sabemos adaptarnos a los ritmos de un paciente de población especial, es como si quisiéramos podar un árbol con un cuchillo."
¿En tu ponencia abordarás las técnicas que utilizas para mejorar la comunicación y asegurar métodos de entrenamiento efectivos y adecuados a las necesidades de cada paciente?
Sí. Una de las partes que considero más importantes a la hora de poder llevar un caso al éxito es conseguir una buena comunicación con el paciente. Esto no sólo requiere que sepamos hablar y adaptar nuestro lenguaje si es necesario, si no que debemos saber escuchar y leer a quien tenemos delante para poder crear nuestro propio lenguaje.
Quizá una de las mayores dificultades en la comunicación puede ser esta: el ser capaces de ponernos en la piel de la persona que tenemos delante y saber si nuestra forma de comunicar está siendo efectiva o debemos cambiarla.
En los pacientes de población especial, la comunicación será una herramienta clave para poder avanzar en la terapia.
¿Cómo ha afectado a la calidad de tu práctica optométrica adaptarte a las necesidades de estos pacientes?
Desde mi primer paciente con necesidades especiales, he mejorado abismalmente la forma que tengo de enfrentarme a estos casos. Mi comunicación ha mejorado y eso se ha traducido en una mejor relación optometrista-paciente y optometrista-familia. Esto ha hecho que las familias me comunicaran mejor sus necesidades y que los pacientes tuvieran una comunicación efectiva conmigo dentro de su propio lenguaje.
Al no forzar nunca y aprender a adaptarme a los ritmos de cada paciente, he conseguido terapias más breves y más eficientes. Saber qué necesitaban mis pacientes y encontrar las herramientas para motivarlos en cada caso en concreto ha hecho que su adherencia al tratamiento fuera mejor y que además de venir contentos y con ganas a la terapia visual mantuvieran un buen ritmo de trabajo en casa.
Siento que con cada paciente que he tenido a lo largo de mi carrera he aprendido algo, independientemente de si tenía necesidades especiales o no. Todos los aprendizajes se han ido sumando para hacer de mi la optometrista que soy actualmente y que espero seguir evolucionando a lo largo de los años.
¿Cómo se relacionan el alto nivel de demanda con la efectividad de la terapia visual en los pacientes?
Cuando hacemos un tratamiento de terapia visual, uno de los objetivos finales siempre es la automatización y consolidación de los aprendizajes que se han realizado. Buscando un nivel de demanda adecuado a cada paciente, fomentaremos la automatización de estos procesos y garantizamos que todas aquellas habilidades visuales que se han trabajado quedan instauradas a largo plazo.
¿Cuáles son los desafíos comunes al intentar automatizar habilidades visuales y cómo propone superarlos en este taller?
Es habitual que nos encontremos en un punto de la terapia en que para complicar los ejercicios recurrimos a las dos herramientas que utilizamos siempre, que tenemos más a mano o que nos resultan más cómodas. Esto no siempre garantiza un alto nivel de rendimiento en el paciente, ya que habrá casos en los que el metrónomo les coloca en un nivel de demanda altísimo y casos que puedan realizar un ejercicio con metrónomo sin dificultad alguna.
En el taller se propone experimentar de forma práctica con diferentes formas de elevar o disminuir el nivel de demanda en cada paciente. Organizaremos estos niveles de demanda según la habilidad con la que queremos favorecer la integración, dando ideas de demandas vestibulares, periféricas o cognitivas entre otras.
El objetivo es que quien venga al taller se lleve ideas para poder aplicar al día siguiente con sus pacientes y que pueda generar un pensamiento más abierto sobre el cómo garantizar estos procesos de automatización.
¿Qué papel toma la personalización del tratamiento en este caso? ¿Es importante para conseguir un cierto nivel de demanda?
Para moderar el nivel de demanda con un paciente es clave la personalización del tratamiento y de cada ejercicio individual. Cada paciente necesita una estimulación concreta para poder estar en nivel de rendimiento alto, e incluso según el procedimiento que esté realizado le pueden interferir más las demandas periféricas o las cognitivas.
Puede ser que para el mismo paciente necesitemos demandas vestibulares para automatizar la oculomotricidad pero demandas cognitivas para automatizar la convergencia y divergencia. Cada paciente está cortado por su propio patrón y nosotros somos quienes debemos saber leerlo y adaptarse.