Cuando las áreas visuales del cerebro se exponen a una estimulación auditiva, su actividad disminuye. Los resultados sugieren que el sonido puede desviar la atención de lo que estamos observando.
Si cruzamos una carretera con nuestro teléfono inteligente a la vista, la bocina de un automóvil o el ruido del motor nos sorprenderán. En la vida cotidiana, podemos combinar fácilmente información de diferentes sentidos y cambiar nuestra atención de una entrada sensorial a otra, por ejemplo, de ver a oír. Pero, ¿cómo decide el cerebro en cuál de los dos sentidos centrar la atención cuando los dos interactúan? Además, ¿estos mecanismos se reflejan en la estructura del cerebro?
Para responder a estas preguntas, los científicos del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas (MPI CBS) en Leipzig y el Centro de Neurociencia Computacional y Robótica Cognitiva de la Universidad de Birmingham midieron cómo se procesan los estímulos sensoriales en el cerebro. A diferencia de estudios anteriores, no restringieron sus observaciones a la superficie de la corteza cerebral. Por primera vez, también midieron las señales sensoriales a diferentes profundidades en la corteza. Los hallazgos de los investigadores sugieren que nuestros cerebros conducen el flujo de información multisensorial a través de distintos circuitos hasta los bobinados más pequeños de esta estructura cerebral altamente plegada.
Mientras los participantes en su estudio yacían en un tomógrafo de resonancia magnética IRM (imaginología por resonancia magnética), los científicos les mostraron símbolos visuales en una pantalla mientras que de forma simultánea reproducían sonidos. Como una condición previa, se les había pedido a los participantes que enfocaran explícitamente su atención en el aspecto audible o visible de los estímulos. Entonces, los neurofísicos Robert Turner, Robert Trampel y Rémi Gau analizaron en qué puntos exactos se estaban procesando los estímulos sensoriales. Tenían que superar dos desafíos. “La corteza cerebral tiene solo dos o tres milímetros de espesor. Así que necesitábamos una resolución espacial muy alta (de menos de un milímetro) durante la adquisición de datos”, explica Robert Trampel, quien codirigió el estudio en el MPI CBS. “Además, debido al denso pliegue de la corteza cerebral, tuvimos que suavizarla digitalmente y dividirla en diferentes capas, para poder localizar con precisión las señales. Por supuesto, todo esto se hizo con un ordenador».

Debido al denso pliegue de la corteza cerebral, los científicos tuvieron que suavizarla digitalmente en el ordenador y descomponerla en diferentes capas para poder localizar con precisión las señales. Imagen cortesía de Remi Gau.
Los resultados mostraron que cuando los participantes escuchaban un sonido, las áreas visuales de sus cerebros se desactivaban en gran medida. Esto sucedía independientemente de si se centraban en el aspecto audible o visible de los estímulos. Sin embargo, si prestaban mucha atención a la información auditiva, la actividad cerebral disminuía, particularmente en las regiones que representan el centro del campo visual. Por lo tanto, parece que el sonido puede desviar nuestra atención de lo que estamos observando.
En las regiones auditivas del cerebro, los investigadores también observaron, por primera vez, que el patrón de actividad, a través de diferentes capas corticales, cambiaba cuando a los participantes se les presentaban solo sonidos. La situación era diferente cuando los participantes solo percibían «algo a la vista»: en ese caso no hubo cambios. Rémi Gau resume: “Entonces, cuando tenemos que procesar diferentes impresiones sensoriales al mismo tiempo, se activan distintos circuitos neuronales, dependiendo de en qué centramos nuestra atención. Ahora hemos podido hacer visibles estas interacciones a través de nuevos experimentos computarizados».
Fuente:
Neuroscience News
Max Planck Institute
Imagen:
Cortesía de Remi Gau.
Estudio original:
“Resolving multisensory and attentional influences across cortical depth in sensory cortices”. Remi Gau, Pierre-Louis Bazin, Robert Trampel, Robert Turner, Uta Noppeney.
eLife doi:10.7554/eLife.46856.