Entrevista con Adrián Pérez Baladrón, Óptico-optometrista especializado en Baja Visión
¿Cuál fue su principal motivación para entrar en el mundo de la óptica-optometría?
Inicialmente, fue el azar el que me llevó a estudiar óptica y optometría, ya que no conseguí entrar en fisioterapia que era mi opción inicial. A medida que fui conociendo la profesión, me ha ido sorprendiendo positivamente, y hoy en día me alegro enormemente de que el destino me llevase a cursarla. Es una profesión muy satisfactoria con la que poder mejorar la calidad de vida de muchas personas.
¿De dónde nace su preocupación por la rehabilitación visual?

Nace de poder ofrecerle al paciente un servicio integral, donde no solo se valore la prescripción de ayudas visuales. A través de la rehabilitación visual, podemos optimizar y potenciar el resto visual del paciente para su beneficio diario, complementando el uso de ayudas ópticas.
¿Qué le motivó a especializarse en baja visión?
Cuando estaba estudiando la carrera, en el último año, nos llevaron a la ONCE, a conocer las instalaciones y la labor que allí se desempeñaba. Hay cuestiones que son difíciles de responder, pero, desde aquel mismo día, supe que me quería dedicar a ello. El resto ha sido trabajar duro para poder lograrlo, formándome y aprendiendo de los grandes profesionales con los que contamos en nuestra profesión.
Hay mucha gente con poca información acerca de la baja visión y de las posibilidades que la optometría puede ofrecer. Es gente que tiene la imposibilidad o dificultad de realizar las tareas del día a día y hobbies, acciones que son necesarias para tener una vida independiente y feliz. Por ello, cuando tratamos con un paciente de estas características debemos dar lo mejor de nosotros, ya que tendremos un gran impacto en su calidad de vida.
¿Qué habilidades, desde su experiencia, necesita un óptico especializado en baja visión?
Desde mi punto de vista y opinión, al margen de una buena formación, es empatizar y tener tacto con las emociones que estos pacientes puedan tener, ya que muchos puede que no estén psicológicamente estables. Debemos ganarnos su confianza, entenderlos, no generar falsas expectativas y siempre ser sinceros en todo momento. Al margen de ello, y lo bonito de nuestro trabajo, es que es una profesión independiente pero muy complementaria con otras muchas, y lo ideal es trabajar en equipo con otros profesionales para dar un servicio integral, donde lo importante sea el paciente.
En su ponencia hablará sobre que la rehabilitación visual no es solo cuestión de prescribir ayudas visuales, ¿Qué paso más allá establecería el límite entre una rehabilitación deficiente y una completa?

Para mí, un programa de rehabilitación completo es aquel en que se prescriben las ayudas visuales oportunas, se entrenan las habilidades deficientes para optimizar el resto visual del paciente, se acondiciona el hogar, se instruyen técnicas de orientación y movilidad, tiflotecnología, etc. Con esto no digo que todo el mundo tenga que realizar todos los procedimientos, pero sí vería deficiente la desinformación al paciente y que no se le comente aquello que se pueda mejorar por no tener los conocimientos. Se puede ofrecer una buena atención también mediante la derivación. No todos tenemos que saber de todo, y si yo puedo hacer una buena prescripción de ayudas y otro compañero puede hacer el resto de rehabilitación, también está bien. Lo importante siempre debe ser el paciente.
¿Cuál es, según usted, el pilar fundamental de toda rehabilitación visual?
Para mí sin ninguna duda la MOTIVACIÓN. Son situaciones complejas donde los pacientes en muchos casos han perdido su visión a edades adultas o avanzadas, y adaptarse a esa nueva situación es complicado. Además, nosotros aprovechamos al máximo la visión del paciente, pero en ningún caso le devolvemos la visión perdida, y eso implica que el paciente deberá asumir los pros de la rehabilitación, pero también los contras y, para ello, es clave la motivación.
¿Piensa que la terapia visual puede utilizarse no solo para rehabilitar sino para mejorar la visión de personas sanas?
Así es. Aunque no es mi campo, ya que en mi rutina diaria siempre trabajo con pacientes con patologías, pienso que la terapia visual se puede utilizar perfectamente en pacientes sanos, pero que son sometidos en su vida profesional y personal a una exigencia visual, y lo anterior les podría acarrear problemas visuales en el futuro. Anticiparse a dichos problemas y tener nuestro sistema visual preparado para lo que pueda venir, siempre es positivo.
Desde su experiencia en una clínica oftalmológica tan reputada como es la Clínica Baviera, ¿Cómo se vive la colaboración entre la profesión oftalmológica y la óptica-optometría?

Ya no solo por Clínica Baviera, sino que en todas las clínicas a las que he ido a realizar baja visión, la relación siempre ha sido muy buena y positiva y se nos ha valorado como colectivo sin esas rencillas que todavía existen, y son por las que en muchos otros lugares no he ido a consultar. Sin embargo, soy optimista y estoy seguro de que dos profesiones independientes, como lo son la optometría y la oftalmología, abandonen el recelo que todavía se palpa para trabajar en equipo como se merece, ya que son muy complementarias.
¿Cómo ve el futuro de la optometría comportamental?
Cada vez la sociedad está más concienciada, tanto de las revisiones visuales como de cuidar su salud visual, y está aprendiendo que se debe acudir tanto al oftalmólogo como al optometrista. Esto va a dar lugar a un crecimiento en todas las ramas de la optometría, y el camino debe ser la especialización. Como suelo decir, saber de todo es complicado. Hay que seguir haciendo camino para que sea posible y, para ello, universidades, colegio y colectivo deben estar unidos y remar en la misma dirección, para que lo que ahora vemos como un sueño idílico se haga realidad.