Resumen: La corteza occipital juega un papel causal en la conducción de nuestra atención a la hora de gestionar la entrada de imágenes.
Es bien sabido que diferentes regiones del cerebro nos ayudan a priorizar la información para que podamos procesar de manera eficiente las escenas visuales. Un nuevo estudio realizado por un equipo de neurocientíficos ha descubierto que una región específica, la corteza occipital, juega un papel causal en el control de nuestra atención a la hora de gestionar la entrada de imágenes.
El trabajo, que aparece en el último número de la revista Current Biology, se basa en un método, la estimulación magnética transcraneal (EMT), que ayuda a ilustrar esta dinámica.
«Al interrumpir brevemente la excitabilidad cortical de la corteza occipital con EMT, podríamos eliminar los efectos conocidos de la atención espacial encubierta, involuntaria o exógena, y así revelar un vínculo causal entre la corteza occipital y el efecto de la atención encubierta en la visión», explica Marisa Carrasco, profesora de psicología y ciencias neuronales en la Universidad de Nueva York y autora principal del artículo.
“Este es un hallazgo sorprendente ya que la mayoría de las investigaciones anteriores muestran que otras áreas del cerebro, la corteza frontal y parietal, nos ayudan a procesar selectivamente muchas imágenes que se nos presentan, pero esta investigación revela que la corteza occipital también desempeña un papel funcional crítico”, añade Antonio Fernández, estudiante de doctorado de la Universidad de Nueva York y primer autor del artículo.
En nuestra vida cotidiana nos bombardean con una cantidad abrumadora de información sensorial, y en particular visual, desde la grande que aparece en los rascacielos hasta la pequeña que vemos en la pantalla de un ordenador. A pesar de ello, tenemos la impresión de comprender sin esfuerzo lo que vemos, desconociendo los complejos mecanismos que, en una especie de selección cognitiva, nos ayudan a priorizar la información que procesamos. Durante mucho tiempo se ha demostrado que el procesamiento de la información visual y los cálculos neuronales que lo acompañan consumen una gran cantidad de energía, que es finita y debe gestionarse.
Una de las maneras de las que lo logramos es a través de la atención espacial encubierta, que nos permite seleccionar una determinada ubicación de una escena visual, priorizar su procesamiento y guiar el comportamiento, incluso sin mover nuestros ojos hacia esa ubicación (por eso se llama encubierta).
La atención encubierta, ya sea voluntaria (endógena) o involuntaria (exógena), es un proceso de compensación: beneficia el procesamiento visual en el lugar atendido a expensas del procesamiento en otro lugar.
Estudios anteriores de neuroimagen y electrofisiología han demostrado que las áreas visuales de la corteza occipital, ubicadas en la parte posterior del cerebro, son parte de las redes de atención cortical, pero se desconocía si esta región era necesaria en la priorización del contenido visual.
Debido a su papel bien establecido en la visión, Fernández y Carrasco buscaron la forma de determinar específicamente si la corteza occipital desempeñaba un papel causal en la orientación de la atención encubierta involuntaria (exógena).
Para ello, llevaron a cabo una serie de experimentos con observadores humanos y utilizaron EMT para manipular y alterar brevemente la excitabilidad cortical en el área occipital.
Los autores pidieron a los participantes que juzgaran la orientación determinando si una imagen estaba inclinada hacia la derecha o hacia la izquierda en la pantalla de un ordenador. También manipularon la atención encubierta de los participantes con una imagen adicional: una señal (línea pequeña) que apareció en la pantalla antes de la presentación de los estímulos para atraer automáticamente la atención hacia su ubicación. Uno de los estímulos apareció a la izquierda y el otro fuera del centro, mientras que los observadores se fijaban en un punto central. La representación cortical de uno de los dos estímulos se interrumpió brevemente utilizando EMT. En algunos experimentos, «experimentos válidos», la señal indicaba la ubicación del estímulo a la que los observadores deberían responder; en otros, «experimentos no válidos», la señal periférica indicó la ubicación del otro estímulo. En los experimentos neutrales se indicaron ambos estímulos.
Este diseño permitió a los investigadores registrar las respuestas en los lugares atendidos y desatendidos con y sin estimulación. Sin EMT, las respuestas conductuales reflejaron los beneficios de rendimiento típicos (experimentos válidos en comparación con los experimentos neutrales) y los costes (experimentos no válidos en comparación con los experimentos neutrales) en lugares atendidos y desatendidos, respectivamente. Sin embargo, con EMT interrumpiendo la actividad en la corteza occipital, las respuestas fueron las mismas independientemente de la naturaleza de la señal de atención, y se eliminaron tanto los beneficios como los costos de comportamiento.
Acerca de este artículo de investigación
Fuentes:
La imagen es de dominio público.
Investigación original: acceso abierto
“Extinguishing Exogenous Attention via Transcranial Magnetic Stimulation” by Antonio Fernández, Marisa Carrasco. Current Biology.